Estamos a punto de comenzar el descanso estival y es tiempo de establecer parámetros para disfrutar de un ocio provechoso. Con ello no quiero decir que resulte preciso establecer una sobrecarga de actividades intelectuales o que se continúe con la misma dinámica que durante el curso escolar. Es preciso pararse, detenerse, realizar otras actividades, buscar incentivos, cultivar aficiones, relacionarse con otras personas. Ayer preguntaba a mis alumnos cuántos conocían el juego de mesa Cluedo y apenas un par de manos se levantaron, después intentaba averiguar cuántos habían visto un clásico del cine como Sospecha y a la mayoría ni siquiera les sonaba este título.
Para divertirse, recuperar energías y pasar un buen verano tenemos que tomar conciencia de nuestra propia identidad, buscar tiempos y hacer sitio para desenchufar tantos aparatos tecnológicos que nos tienen sorbido el seso, relacionarnos con las artes como parte integrante de nuestro propio ser, organizar actividades que nos permitan conocer a otras personas y compartir algo tan necesario para el ser humano como el placer de una buena amistad.