La prescripción en España de fármacos inútiles y peligrosos a niños diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) -una enfermedad inventada- es ya de tal calibre que hasta el Comité Derechos del Niño de la ONU ha mostrado su preocupación. Lógico porque si bien el Ministerio de Sanidad español carece de datos globales un estudio realizado por la Consejería de Sanidad del País Vasco indica que el consumo allí de metilfenidato -principio activo de Rltalin, Rubifén y Concerta, fármacos con graves efectos secundarios- se ha multiplicado por 18 entre 2001 y 2007. Y sigue aumentando. Lo vergonzoso es que según este trabajo son los pediatras y no los psiquiatras quienes más aconsejan consumirlos. A pesar de que el mismo psiquiatra que presidió el grupo de trabajo que la definió en su día como "enfermedad mental", Allen Francis, entiende que la cantidad de casos que se están diagnosticando no se justifica en absoluto. (...)
Sólo hay dos certezas: la primera, que el poderoso marketing de las compañías farmacéuticas -con el impagable apoyo de los medios de comunicación de masas que ellas mismas controlan directa o indirectamente- ha convertido el TDA11 en una auténtica "epidemia" que se filtra ya por las paredes de los colegios y las casas estigmatizando injusta y lamentablemente a cada vez más niños. Y la segunda, que el crecimiento imparable de niños diagnosticados de esa inexistente patología ha llevado al aumento constante del consumo de psicofármacos causando graves problemas -por sus brutales efectos secundarlos- a infinidad de ellos. Con la ingenua complicidad de unos padres a los que se está engañando miserablemente. (...)
En suma, a día de hoy nadie medianamente informado duda de que la principal razón de la existencia de esta "epidemia" fue la introducción como "enfermedad mental" en el manual de diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica Americana de una serie de reiterados "comportamientos infantiles anómalos” que se agruparon bajo el epígrafe de TDAH y supuso el banderazo de salida para que las compañías farmacéuticas pusieran en el mercado sus "soluciones" farmacológicas, la primera de las cuales fue el metilfenidato. (...)
Y sin embargo, a pesar de todo ello, basándose en estudios previamente escogidos e ignorando otros –que no les interesa ni que se conozcan deciden recomendar dos fármacos , el metilfenidato –que se comercializa como Rubifen y Concerta en España y como Ritalin o Ritalina en otros países- y la atomoxetina -un neurológico peligroso que se comercializa como Strattera- para tratar esta inexistente enfermedad.
Y los recomiendan reconociendo que desconocen el "mecanismo de acción" por el que se supone 'reducen los síntomas’ de TDAH. Un auténtico sinesentido, especialmente si recordamos algunos de los efectos adversos de ambos medicamentos. (...)
Finalmente cabe resaltar la valoración que realizan de las evidencias actualmente existentes sobre la enfermedad y los tratamientos:"Se requiere -afirman- una lectura necesariamente crítica y contextualizada de la evidencia existente puesto que su calidad y objetividad es muy variable y está mediatizada por diferentes sesgos. Existen recomendaciones difundidas por parte de la comunidad médico-científica difíciles de suscribir por su falta de fundamentación en evidencias fiables y por su alejamiento de la experiencia clínica del profesional que conoce el desarrollo y funcionamiento psíquico del niño y del adolescente. En ocasiones, el juicio clínico y la sensatez de la experiencia profesional deben prevalecer frente a evidencias científicas cuestionables. Y es que no hay ninguna evidencia científica de que los presuntos problemas que dan lugar al diagnostico de TDAH estén en un déficit de dopamina o se deba a trastornos genéticos. De hecho en los elementos diagnósticos de la clínica no se sugiere la realización de este tipo de pruebas físicas.
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