sábado, 9 de julio de 2011

Mismos perros con distintos collares

Publicado por la Opinión de Málaga:
El 52% de los alumnos de 4º de ESO van a septiembre

Sólo 6.843 ha logrado aprobar todas sus asignaturas en junio y 125 han abandonado los estudios

 “IGNACIO A. CASTILLO El curso que acaba de terminar no ha ido nada de bien para 7.413 alumnos de cuarto de la ESO que, si se hubieran aplicado en sus estudios a lo largo del año, ya se habrían graduado en Secundaria. Si quieren su título, ahora tendrán que examinarse en septiembre para recuperar las asignaturas que no han podido aprobar durante los últimos diez meses. En concreto, el 52% de los alumnos han suspendido, según los datos de la Delegación Provincial de Educación.

Ni con clases de apoyo por las tardes, ni con el plan de acompañamiento escolar, ni con refuerzo educativo. Las cifras de fracaso este año en Málaga, al menos en este nivel educativo trascendental, son de lo más elocuentes y afectan a más de la mitad del alumnado matriculado. Es más, un 1%, unos 125 escolares, han optado por abandonar sus estudios de forma prematura sin obtener la titulación. Contrasta, por ejemplo, con los datos aportados por el delegado, Antonio Escámez, sobre alumnos que han aprobado sexto de Primaria este año y que el curso próximo pasarán al instituto para empezar Secundaria. En concreto, el 96,4% de los estudiantes”.

Repetir curso en nuestro país es lo mismo que insistir en calzar un zapato que nos hace daño. Por muchas veces que lo llevemos puesto si no se hace nada más es harto improbable que se ajuste al pie y lo más lógico es que produzca heridas y lesiones. Mientras no cambie la forma de enseñar, los criterios económicos resulten una baza importante a la hora de conseguir una enseñanza de calidad y no se personalicen los métodos de aprendizaje repetir significa volver sobre lo mismo para no conseguir absolutamente nada. Por este motivo algo me hace pensar que esta insistencia guarda paralelismo con la de exigir académica lo que no se proporciona, con los aprendizajes artificiales de las lenguas, con la guadaña que pende sobre el pensamiento científico y con el hartazgo de tecnología que desarrolla habilidades manuales sin repercutir de manera crítica sobre la formación de un pensamiento profundo.


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