Esta noticia confirma los datos que teníamos hace ya más de veinte años. Las personas que sufren este trastorno genético salvo las que poseen un cociente intelectual inferior a 60 son susceptibles no sólo de aprender sino de desarrollar en la edad adulta una inserción laboral que garantice su autonomía. Es más, si se estimula de forma adecuada su inteligencia lógica pueden realizar sin dificultades insalvables la educación secundaria e incluso el bachillerato y grados universitarios.
El quid de la cuestión estriba en trabajar de manera adecuada con su razonamiento al mismo tiempo que con la organización específica de conocimientos que adquieren. En otro orden de cosas, hay que preguntarse cómo es posible en el sistema educativo español un fracaso escolar que impide en alumnos sin este síndrome presenten unas dificultades de aprendizaje tan elevadas que les impidan acabar con éxito la enseñanza obligatoria y abandonan de manera prematura los estudios.
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