Con esta noticia estamos más cerca de construir un diálogo válido entre el consciente e inconsciente que permita que una identidad se actualice en cada tiempo y espacio independientemente del grado de deterioro de su cuerpo.
Investigaciones de este calibre no sólo nos liberan de la primera de las muertes, que es la que nos impide comunicar lo que somos, sentimos y hacemos sino que clausura el inaccesible recinto del yo donde la emoción y la razón buscan caminos para entenderse.
Ahora sólo queda intervenir en la producción del pensamiento para lograr que fluya de manera más armónica y transmita aquello que constituye el acervo de la memoria experiencial.
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