A algunos les resulta simpático e incluso parte consustancial del progreso ver a un niño de dos años aporreando el ipad. Queda cool, el niño dicen que aprende a compartir el gran hermano de la información y para más inri que se lo pasa bien y aprende un montón. Vamos que aún no se ha probado lo que el bebé puede aprender degustando un rioja, haciendo pilates mientras se broncea en una cabina de rayos uva y esquiando mientras ve una revista de identidad de género pero en esta sociedad desnortada todo se andará.
Por fin, un rayo de sensatez en esta noticia: los niños sufren daños de amplio espectro, cuantificables y demostrables por la utilización de telefonía móvil. ¿Para cuándo un análisis sensato sobre el uso indiscriminado de elementos tecnológicos en menores?
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