Esta es la noticia que subyace bajo los datos que nos lanzan para maquillar una verdad evidente. De nada sirven que los alumnos consuman horas en la escuela y los maestros se ocupen de dárselas. De poco o de menos la demagogia de los recortes y la distribución de la carga lectiva. Y no digamos la panacea dicharachera de las lenguas muertas y de las vivas; de las vehiculares y las autonómicas, del afán de aprender chino como si nos fuera la vida en ello y de la imposibilidad de expresarnos en inglés.
No sirve absolutamente de nada porque el afán de conocer está muerto, la inteligencia hace tiempo enterrada y los niños en un limbo inexistente donde la acumulación de datos es utópica, la aplicación una entelequia y su aprovechamiento un laberinto donde Bolonia suena a risa y las enseñanzas profesionales a llanto.
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