
Ayer nos dio la bienvenida la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. Es la primera de las facultades que se construyeron en la Ciudad Universitaria y muestra el temple y la solera de los grandes templos del saber. Sus instalaciones son impresionantes, la calidez de su director nos trasmite el buen hacer de la gente de campo, el trabajo pormenorizado y constante, la dedicación y la recompensa de la obra bien realizada. Hemos visitado un pequeño museo donde nos han quedado ganas de pasar más tiempo observando las maquetas y reproducciones de algunas máquinas de cultivo y la nueva biblioteca de donde casi no hubo manera de sacarnos ni a mis alumnos ni a mí. Nos queda pendiente visitar algunas áreas de cultivo y estudiar el vuelo de unas águilas que son utilizadas en cetrería. Después a las aulas informatizadas para comenzar con nuestro programa. Mientras explicaba botánica y edafología aplicada al desarrollo de inteligencias, las preguntas se iban sucediendo con la armonía de un mecanismo de alta precisión y las paredes tomaban el tinte de otros tiempos donde el saber si era importante o tal vez eran ellas ahora más auténticas con el sabor de las páginas amarillas y el tacto de los dedos que les dieron vida..
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