jueves, 10 de abril de 2008

Primera página del diario de un enseñante


Por fin en la Universidad. Y en una Universidad Pública con lo que la garantía de excelencia académica, de provisión cuantiosa de medios e infraestructuras y sobre todo de imparcialidad, independencia y transparencia queda certificada. Siento lo mismo que el primer estudiante negro que entró en la Universidad de Estados Unidos o que la primera mujer que consiguió sentarse en una facultad universitaria en España haber alcanzado un peldaño en la historia donde las cosas ya no van a ser igual que siempre.
Cuando el primer niño de altas capacidades ha recibido su primera clase Sapientec de investigación científica armonizada para el desarrollo de su talento en la facultad de arquitectura técnica de la Universidad Politécnica de Madrid queda en las aulas la huella de la continuidad de una enseñanza pública que prioriza el mérito y la capacidad, que busca en la frontera de las tecnologías y de los avanzados conocimientos la savia de una historia que construye el alzado de su propia fortaleza, que conoce que es ella la que garantiza un estado del bienestar dentro de un estado de derecho de ciudadanos europeos protagonistas de su propio progreso.
Porque solo los ciudadanos que conocen pueden elegir. Hoy hemos dado un pequeño paso en esta singladura, sólo queda la impronta de un niño superdotado en la universidad pública pero ya nada será como antes porque ahora nuestras instituciones reconocen que la superdotación es un bien público que es necesario proteger y que el talento es patrimonio cultural del propio estado. Y desde Sapientec sentimos la constancia del trabajo bien hecho

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