sábado, 28 de junio de 2008

El nuevo curso en la facultad de Ingeniería Industrial

Estoy mirando las fichas de los alumnos de mi nuevo curso. Tengo un grupo de veinticuatro personas ávidas de saber, de mostrar lo que conocen, de inquietudes renovadoras en un mundo de decadencias. Es fácil darles clases porque los tiempos de silencio se enriquecen con nuevos pensamientos de los que nacen fructíferas ideas, porque en su inquietud de primeras veces los interrogantes se visten con la lógica indubitada de la búsqueda de inventos y creaciones que nos harán a todos la vida no sólo más sencilla sino también más humana. Aunque el tiempo se me va entre los dedos como arena de un castillo que rompe en el instante la fragilidad del tiempo y parece que fue ayer cuando nos conocimos y nos dimos cuenta de que somos sobradamente capaces para transformar el mundo que nos rodea y dotarle de la singularidad de cada uno de los amaneceres.

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