jueves, 29 de mayo de 2008

El silencio y las preguntas

En ciencia es cierto que es necesario un silencio reflexivo que después del análisis de diversos factores nos permita plantear hipótesis y de la mano de la curiosidad buscar maneras de progresar y lograr mejoras en los bienes y servicios que disfrutamos. Pero no es menos verdad que hay un silencio pasota, vacío y desinteresado que conduce a una indiferencia y conformismo que es contrario al afán investigador. Como explicaba en la Universidad nunca en un debate científico hay preguntas tontas, banales o reiterativas ni planteamientos que aunque viciados de algún matiz erróneo puedan no conducirnos a conclusiones certeras.
El olvido de las no preguntas, el pasar por alto detalles que siempre son importantes, el dejar que otros opinen sin intervenir, el copiar lo que otros se encuentran haciendo sin aportar nada, son los elementos más nocivos cuando nos encontramos elaborando un razonamiento. Cada duda, cada posibilidad elegida como fuente de estudio, cada planteamiento rebatido por otro de mayor peso son eslabones que nos permite llegar a mayores cotas de certidumbre en el desempeño del conocimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto más lo pienso, más complicado me resulta dejar de ver a la Tierra como un todo para intentar comprender el universo como una parte, y es que como dijo un físico no muy famoso: "Lo inconcebible del universo es que debería ser absolutamente concebible". Cuestionar a los alumnos: brillante método. Espero ansioso la próxima clase. Gracias cuestionarnos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Sergio. Es muy difícil que la mente se desprenda de lo que ya entendíamos y percibimos como todo. Dejar paso a la idea de que lo que concebiamos como un todo, un universo del cual desconocemos límites se convierta en una parte. En una parte de qué? Qué es el todo?

Gracias por todo Marta.